viernes, 1 de octubre de 2010

Sombras sobre vidrio esmerilado. Versión libre del cuento de Juan José Saer.






"Lo que es frágil y pura carne que se vuelve polvo desaparece, pero lo que tiene un núcleo sólido de piedra o hueso, eso se vuelve suave y límpido con el tiempo y permanece."

Juan José Saer


A las 21 hs de un sábado de marzo en la Casa de la Lectura, Lavalleja 924, la actriz Irina Alonso, durante aproximadamente una hora, mantuvo cautiva mi atención casi solamente con su voz.

La voz de la actriz Irina Alonso, que para mí ese día fue la voz de la poetisa Adelina Flores, protagonista del cuento "Sombras sobre vidrio esmerilado", de Juan José Saer, publicado en 1967 en el volumen Unidad de lugar, se maneja en tres planos simultáneos e intermitentes: describe el presente, cuenta el pasado y compone un poema. Si no estuviera esa voz o ese texto, podría decir yo que mientras se mece pausadamente en su casa un atardecer caluroso de enero, Adelina observa, recuerda y crea.

“¡Qué complejo es el tiempo, y sin embargo, qué sencillo!”, abre así Adelina su monólogo. Desde su mecedora, Adelina mira a Leopoldo a través del vidrio esmerilado de la puerta del cuarto de baño. Leopoldo se desviste prolijamente antes de ducharse. Mientras lo hace, Adelina nos conduce al pasado. Nos relata su seno derecho amputado, la muerte de sus padres, su amor por Leopoldo antes de que él pidiera la mano de su hermana Susana. Y mientras nos relata lo acontecido o nos describe qué ve detrás del vidrio esmerilado, Adelina gesta un poema y lo escribe de a versos en una libreta verde. Desde mi butaca asisto al presente, al pasado, y al acto creativo.

"Sombras sobre vidrio esmerilado" es, sin duda, un cuento maestro, un modelo del que los escritores solemos aprender. Pero también la versión libre de este cuento y su puesta en escena son exquisitas. La actuación de Irina Alonso es verdaderamente un modelo, que bien podría incluir una calificación del tipo “una acertadísima lección acerca de cómo componer la historia de un personaje.”

Me atrevería a decir –aunque quizás esté equivocada– que para cautivar mi atención durante aproximadamente una hora Andrea Chacón Álvarez, la directora, Irina Alonso, la actriz, y Gabriela Filippo, la percusionista, hicieron lo siguiente. Actuaron y trabajaron a fondo y en detalle las escenas que Adelina vivió en su pasado: la operación y su seno cortado, la mesa redonda sobre literatura en la participó y en la que fue humillada por el desagradable Tomatis, el picnic en el que sorprendió a Leopoldo y a Susana haciendo el amor, su madre aferrada a las solapas de su traje gris intentado decirle algo justo antes de morir. Todos estos momentos pasaron por el cuerpo de la actriz y se grabaron allí, dejando su cicatriz, su presencia.

Por eso, cuando desde su mecedora nos narra el pasado, no está solamente narrándonos el pasado, sino que nos lo está haciendo vivir, dejando en nuestro cuerpo, en nuestra emoción, en nuestro registro, una presencia, una cicatriz.

Haber deseado y ahora desear. O haber deseado y ahora no desear. Así como el tiempo es complejo, el deseo también lo es. Adelina vuelca su deseo o lo que queda de su deseo en ese poema que saca de su entraña mientras mira y recuerda y cuenta. El poema surge de ese impulso, en forma natural, fresca. Al igual que el deseo, cada verso se le impone a Adelina y tiene su razón de ser.

Gabriela Filippo, la percusionista, está sentada a la izquierda del escenario sobre una alfombra que aloja decenas de instrumentos. No podría precisar con qué instrumentos o con qué objetos, pero Gabriela percusiona el pasado, el presente, la génesis del poema. Y lo hace de manera sabia. Todo coincide: percusión, voz, pausa, palabra, clima. Nada desentona.

"Sombras sobre vidrio esmerilado" finaliza. Adelina canta, profunda y dulce, algo en francés. Los espectadores aplaudimos efusivamente. Gracias a la inteligencia e intuición de Andrea Chacón Álvarez, de Irina Alonso y de Gabriela Filippo la cautivada audiencia de Sombras sobre vidrio esmerilado pudo ser acariciada por un cuento maravilloso. Juan José Saer, en forma soberbia, de a fragmentos intercalados, nos hace participar de la composición de un poema, que la Adelina de la escena, nos lee, también en forma soberbia, en su totalidad:


Veo una sombra sobre un vidrio. Veo
algo que amé hecho sombra y proyectado
sobre la transparencia del deseo
como sobre un cristal esmerilado.

En confusión, súbitamente, apenas,
vi la explosión de un cuerpo y de su sombra,
ahora el silencio teje cantilenas
que duran más que el cuerpo y que la sombra.

Ah, si un cuerpo nos diese aunque no dure
cualquier señal oscura de sentido
como un olor salvaje que perdure
contra las formaciones del olvido,

Y que por ese olor reconozcamos
cuál es el sitio de la casa humana
como reconocemos por los ramos
de luz solar la piel de la mañana.






Sombras sobre vidrio esmerilado
Versión libre del cuento de Juan José Saer

Actuación y Adaptación: Irina Alonso
Percusión: Gabriela Filippo
Vestuario: Gabriela Delmastro
Ambientación: Andrea Chacón Álvarez, Luciana Fornasari
Diseño de luces: Paula Fraga
Producción artística: Pablo Caramelo
Dirección: Andrea Chacón Álvarez

CASA DE LA LECTURA
Lavalleja 924, Ciudad de Buenos Aires
Teléfonos: 5197-5476
Entrada libre y gratuita
Sábado - 21:00 hs
Link: http://www.bibliotecas.gov.ar

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